Puro, simple, sin dejar de ser sofisticado, el concept-car Citroën Lacoste es un paso más en la definición del vehículo del mañana: un vehículo cuyo objetivo es poner fin al dictado del «siempre más» que algunas veces prevalece en el mundo del automóvil.
Dos nombres, Citroën y Lacoste, una visión común: la audacia, la creatividad y el optimismo.
Claramente Citroën, siendo al mismo tiempo típicamente Lacoste, posicionado en la encrucijada del mundo automovilístico, de la moda y el deporte, este concept-car no deja de hacer guiños a estos diferentes universos.
Chic dentro de su sobriedad, elegante en su sencillez, este vehículo desvela una morfología de deportivo diferente: línea de cintura elevada, aletas hinchadas y con textura, voladizos mínimos, ruedas en las cuatro esquinas y llantas con aspecto de una bola de golf.
A su manera, el coche destaca el concepto muy actual de realidad aumentada dentro del cual la percepción del mundo logra una nueva agudeza, como si los sentidos se exacerbaran.
Con el concept-car Citroën Lacoste, no hay necesidad de una gran cilindrada para vivir sensaciones fuertes.
Por ello opta por un motor de 3 cilindros suave, económico y ecológico con las prestaciones adecuadas para mover un coche de su tamaño.
Esta motorización responde perfectamente a la lógica del vehículo que da prioridad a lo indispensable en el que se inscribe el Citroën Lacoste.
Tomar posición en el habitáculo es una cuestión de simplicidad. En efecto, no hay puerta delantera sino un gran corte coherente con el estilo del vehículo.
Se han destinado numerosos huecos para hacer más fácil la vida a bordo. Discretos, están disimulados bajo los extremos del salpicadero y en las dos banquetas. Estos están recubiertos con una tela blanca de algodón trenzado cuya trama evoca claramente la de los polos, icono de la marca Lacoste.
La panel de instrumentos se convierte en una pantalla de gran tamaño para mostrar las informaciones de conducción del vehículo. Tras esta apariencia en apariencia ingenua se esconden las tecnologias más modernas.
Los faros son discretos hasta hacerse invisibles cuando se apagan, disimulados bajo la carrocería azul marino del vehiculo. Esta decisión permite una puesta en escena mágica de las funciones de iluminación.